Los problemas en la pareja son algo frecuente. Vivimos unos tiempos donde buscamos la felicidad compartiendo un proyecto de vida juntos y eso no es tan fácil.
Las diferencias de carácter, dificultades en la comunicación, el estrés y las prisas de una vida ajetreada que nos restan tiempo y tranquilidad para lo personal y el diálogo, la paternidad o maternidad responsables, la crianza que nos agota, las presiones y las exigencias de la vida, entre otras cosas, pueden llevar al desencuentro y a la crisis en la relación.
Nadie nos ha preparado para una relación de pareja desde la igualdad, respetando las diferentes necesidades de cada uno y aplicando el diálogo y la comunicación eficaz en la resolución de los conflictos que, necesariamente, van a surgir.
Estos problemas, de no ser atendidos, se acumulan y comienzan a resultar un lastre, una pesada carga que, tarde o temprano, deben ser atendidos.
El terapeuta de pareja puede ayudar eficazmente, como mediador, al entendimiento mutuo, así como facilitar la comprensión de lo que está sucediendo, desbloqueando situaciones difíciles y ayudando a solucionarlas.
Un terapeuta de pareja es un profesional neutral que ayuda a cada parte a entender mejor a la otra, así como a intentar soluciones nuevas a los problemas viejos. Las estrategias y habilidades de comunicación son aprendidas así para toda la vida y son aplicables al resto de las relaciones personales en un futuro.
Pedir ayuda profesional es buena idea cuando se siente que se ha probado todo por los propios medios y se han agotado las vías de diálogo llegando a un “punto muerto”. No hay que sentirse mal por pedir ayuda pues, con frecuencia, la orientación de un terapeuta de pareja, como alguien profesional, neutral y externo, resulta muy necesaria y eficaz.
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