“SI SE PUDIERAN CONTROLAR….NO SERÍAN PASIONES”
Este es el lema del anuncio de un coche que recientemente ha aparecido en las pantallas de los televisores y en las vallas publicitarias en las calles de nuestro país.
Estamos en un momento donde, cada vez más, se apela a las pasiones, a vivir y a sentir con intensidad…y a la vez existe una idea, falsa por completo, que define la pasión auténtica como un impulso difícil o imposible de controlar.
Nada más alejado de la realidad. Toda persona puede tener un control completo sobre su propio comportamiento, incluso cuando está sintiendo con la máxima intensidad.
Recuerdo la anécdota de una mujer angustiada que consultaba por un problema relacionado con un cuñado suyo que le había dicho que “nunca se quedaran a solas en su casa porque él era un hombre y como ella era muy atractiva no respondía de su comportamiento y que el que avisaba no era traidor”
Imagínense la angustia de esta mujer, su miedo a vivir una relación familiar con normalidad por el supuesto peligro que conllevaba “ser una mujer atractiva”. Más bien parece que este cuñado, machista en grado sumo, sin educación ninguna en el respeto, preparaba el terreno para una futura agresión sexual. E intentando culpabilizarla a ella (¡!).
Vamos a suponer por un momento que este hombre es sincero, que piensa realmente que no tiene un control efectivo sobre su conducta y que el hecho de ser un “hombre” conlleva tener impulsos sexuales sin control cuando hay una mujer atractiva a su “alcance”.
Este sólo pensamiento, falso como hemos apuntado, conlleva un riesgo enorme de descontrol sobre la propia conducta. Está demostrado que las creencias en relación a las propias capacidades y habilidades personales tienen un efecto poderoso sobre el propio comportamiento.
Pensamientos del tipo “es que yo soy así” ó “los hombres son más sexuales que las mujeres” o “los impulsos, emociones o pasiones de verdad son incontrolables”, aparte de ser erróneas por completo, pueden llegar a justificar o explicar ciertos comportamientos evitando que las personas asuman la responsabilidad sobre lo que hacen.
Toda persona puede tener un control completo sobre su propio comportamiento, incluso cuando está sintiendo con la máxima intensidad una pasión auténtica.
Si una persona hace conductas agresivas (por poner un ejemplo) o hace cosas que piensa que no quiere hacer porque siente que no lo puede evitar, esta persona tiene un problema de autocontrol.
Y los problemas de autocontrol se pueden solucionar en la consulta de un psicólogo o psicóloga con la terapia correspondiente. Pero para llegar aquí hace falta tener conciencia de problema y querer solucionarlo.
Y parece que un mal entendido sentido del “romanticismo” junto a las ansias de vender coches no están, últimamente, contribuyendo mucho a ello.