EL PUNTO G. ¿MITO O REALIDAD?
(Irene Bedmar, psicóloga, sexóloga y amiga del BLOG)
La "búsqueda" del punto G no debería nunca convertirse en algo más que un simple juego, una opción más; es decir, en algunos casos puede resultar complicado acceder a esta zona, ya que no todas las mujeres lo tienen ni en las que lo tienen resulta siempre sencillo notarlo.
El archimencionado "Punto G" no es en realidad un punto, sino una pequeña zona eréctil que aumenta su tamaño cuando la mujer se excita y que está situado en la pared anterior de la vagina, a unos 3-5 cm. de su apertura. La presión en esta zona estimula la esponja uretral, que tiene numerosas terminaciones nerviosas y vasos sanguíneos. De ahí que su estimulación pueda generar orgasmos de bastante intensidad y que, en algunos casos, la mujer expulse involuntariamente un líquido incoloro similar en cuanto a su composición al líquido preseminal del hombre.
En cuanto a su localización, puede ser difícil si la mujer no está previamente bastante excitada, ya que es la excitación la que hace que esta zona sobresalga, como un tejido rugoso. Por otra parte, su localización y dimensión, pueden variar entre una mujer y otra. Por todo ello, la mejor actitud si se desea encontrar esta zona, es planteárselo como un juego más, sin presiones, puesto que hay a quien le resulta complicado localizarlo y no por ello debe renunciar a sentir placer con el resto de su cuerpo.
Para estimularlo, se pueden introducir uno o dos dedos en el interior de la vagina (estando ella por ejemplo, tumbada o recostada con las piernas un poco entreabiertas) y hacer el gesto que solemos hacer con el dedo índice para indicar a alguien que se acerque. Lo ideal es que ella vaya indicando a su pareja cómo se va sintiendo a medida que explora, siempre con suavidad y con el dedo o dedos bien limpios y las uñas cortas y bien limadas, para evitar hacer daño. Otra opción es presionarlo con el pene mediante el coito vaginal. En este caso, las posturas que pueden facilitar más su estimulación son:
La penetración superficial desde atrás; es decir, sin que el pene se hunda completamente en la vagina, sino buscando frotar la zona donde se encuentra.
La mujer colocada encima de su pareja (tanto mirando de frente como estando de espaldas a él), de manera que ella controle el ángulo de entrada y la profundidad de la penetración.
Con la postura del misionero: colocando almohadones bajo las caderas de la mujer para elevarlas. También se puede conseguir esta elevación si la mujer recoge sus piernas contra su pecho o bien las cuelga del cuello o brazos de él.
- Gracias Irene por tu colaboración, un saludo -